miércoles, 21 de marzo de 2012

“LOS GENTILES DE TIZATIRLA”

Todavía a mediados del siglo XlX, platicaban los ancianos, se podían observar en algunos puntos del río Tizatirla los últimos Gentiles. Con este nombre conocía la gente a estos increíbles seres sumamente escurridizos, difíciles de ver y que parecían dotados de una gran inteligencia.

Los Gentiles, decían los testigos, les gustaba asolearse sobre las rocas en las riveras del río, siempre nerviosos y alertas, poseían un gran sentido de percepción, al menor ruido se lanzaban al agua con enorme agilidad.

Los casuales testigos informaban que su apariencia era impresionante, de complexión muy parecida a la de un humano, poseían extremidades superiores e inferiores y parece que tenían una especie de pelo o bello acuático por todo el cuerpo que les cubría incluso parcialmente la cara, poseían un par de ojos serenos de mirada inteligente.

Los que tuvieron la fortuna de ver alguna vez a estos extraordinarios seres y que su experiencia se transmitió de boca en boca, aseguraban eran anfibios que probablemente vivían en cavernas subterráneas que se conectaban con el río.
Aunque los Gentiles eran ariscos y desconfiados, estaban muy lejos de ser agresivos. Parece que poseían buenos sentimientos pues en ocasiones salvaron vidas de gentes que se ahogaban. Los Gentiles de Tizatírla son un profundo misterio… ¿Realmente existieron?... ¿Eran humanoides?... ¿O quizás una desconocida especie animal extinguida como tantas otra? O ¿Una gran civilización que desapareció? Si es así… ¿Algún día se encontraran restos fósiles que resuelvan el enigma?

Lo cierto es que algunas personas ancianas de Tuxpan platicaban de estos raros seres que los denominaron con el nombre de “Los Gentiles”, quizá como un derivado de “Gente” y que podían verse de cuando en cuando en las riveras del río cerca de “Tizatírla” y el de “El paso de San Miguel”

Platicaban los descendientes de don Gorgóneo Vázquez, oriundo de la ranchería de “San Miguel”, que cierta ocasión venía para Tuxpan. Era a la mitad del siglo XIX. En aquel soleado medio día en tiempo de secas, el sol recalcitrante caía a plomo; cuando el joven Gorgóneo empezaba a adentrarse en las cristalinas aguas del río, asustando a las truchas y otros peces precisamente en el paso de San Miguel; llevando sus calzones de manta, sus guaraches, su ceñidor rojo, su talega con monedas de oro y plata y su verduguillo en el sombrero sobre la cabeza, con el rabo del ojo vio que algo se zambullía al agua un poco más abajo… Cuando estuvo al otro lado decidió espiar escondiéndose tras unos huisaches.

Entonces quedó estupefacto, pero también maravillado… Dos extraordinarios seres emergieron del agua y se sentaron sobre una enorme roca, espantando con su presencia a diferentes aves que levantaron el vuelo; Parecían de sexo femenino ya que se les apreciaba busto y poseían un largo pelo semejante a cabellos de elote, el cual se lo alisaban con pequeñas piedras; su piel era color verde claro como el agua. Por varios minutos el joven campesino admiró a aquellos misteriosos habitantes del río de los que ya había oído hablar. El entorno era maravilloso, aguas verdes cristalinas, vegetación exuberante, flores exóticas, aves canoras y playeras en abundancia así como infinidad de peces, entre los que destacaban las truchas que saltaban por encima del agua.

De pronto, su fino oído los alertó y se lanzaron al río desapareciendo; Gorgóneo volteo hacia el paso de San Miguel y observó el motivo de la huida de los Gentiles… Unos arrieros con su mercancía se disponían a cruzar la mansa corriente.

El enigma continuó, hasta que entró el siglo veinte con sus turbulencias y poco a poco se fue perdiendo la leyenda de “Los Gentiles de Tizatirla” Sin embargo, no faltaba algún anciano que lo recordaba y platicaba… ¡Si!... ¡Mi abuelo los vio una noche que se le hizo tarde en la parcela, había luna llena, entonces notó que algo se movía sobre una enorme piedra junto al río Etc…

POR: JOSÉ SILVA VÁZQUEZ

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